Puede que a Cecilia sólo le gustase jugar al ratón y al gato con Javier pero eso era algo que a él le ponía de los nervios. Tanto que a veces acallaba sus labios con besos largos y a rebosar de cariño, la cargaba sobre su espalda y la llevaba casi a volandas, entre risas atronadoras y viajes en nave especial, directita a la cama. Lugar dónde la torturaba a cosquillas y a mordidas que ya eran un ritual entre ellos. Se abandonaban en una burbuja de cristal con olor a sal ajenos a lo que el mundo exterior les deparaba, porque ellos, los niños amantes; eran demasiado pequeños para crecer y mucho menos quererse delante de desconocidos.
Por eso a Javier siempre le había gustado más jugar al escondite que al ratón y al gato, porque, si Cecilia hubiese querido alguna vez, podrían haberse escondido bajo las sábanas de lino y contarse las pecas de la nariz sin que nada ni nadie hubiera podido encontrarles. Pero su adorada Cecilia sólo quería ser gato y a él le tocaba siempre ser ratón. Tampoco podía quejarse; ella adoraba las riñas. No sólo porque fueran el preludio del buen sexo y el amor desmedido, sino porque eso solamente significaba un nuevo viaje bajo las estrellas sobre su cohete espacial favorito: Javier. Su dulce y querido Javier.
Camuflados o no de juegos para niños, esos viajes espaciales debían ser tremendos. (:
ResponderEliminarque bonito (L)
ResponderEliminarque lindo escrito
ResponderEliminarun abrazo
Hola Tiffany, tu blog está excelente, me encantaría enlazarte en mis sitios webs. Por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiar ambos con mas visitas.
ResponderEliminarme respondes munekitacat@hotmail.com
besos
Isabella Miranda
me gustaría probar uno de esos viajes espaciales con javier :)
ResponderEliminarJavier suena bien :)
ResponderEliminar¡Tienes un premio en mi blog! ^^
ResponderEliminar¡Qué relato más dulce! =)